mico-razón y la|doble|yo

la señorita amabilidad tuvo a bien dejarme entrever por la ranura de su cuerpo, la que delata el interior. de ahi fue que saque las ideas que me saturan la cabeza, las imagenes de la señorita amabilidad y los sueños vaporosos que por las noches me despiertan con el cuerpo empapado en un sudor espeso que quema. alguna vez me entrego un objeto y al no encontrarle acomodo por ninguna ranura màs, entendi que seria una llave y he aqui que lo guarde... hoy dia, cuando lo veo, entiendo que no era otra cosa màs que un corazòn despanzurrado como muñeco de trapo relleno de azerrìn, he aqui que aunque sè que ya no sirve, lo guardo, lo guardarè hasta que un dia lejano la señorita amabilidad regrese a hacerse cargo de él. será quiza que lo destripe por completo, será quizá que lo conserve en el cajon de las cosas inservibles o tal vez nunca regrese y entonces lo conserve hasta que ya no recuerde más que era ni de donde vino ni por qué lo tengo yo.

hay veces que uno no puede hablar, pero... qué sucede en esos casos cuando ademas se tienen oidos que necesitan escuchar, multiplicidad de cosas, lo que se diga no tiene que ser emocionante ni nada, nomás palabras, para sentir que hay algo ahí, digo, uno siempre lo siente pero cuando hay palabras sabequecosa sucede, así como dinero llama dinero palabras llaman palabras, y, a veces - nomás a veces- esas palabras aunque no digan nada: convencen.

sucedió que caminaba sobre su propia cabeza, que andaba en circulos, del hemisferio izquierdo al derecho y de regreso. sucedió que el oscuro monte de cabello lacio dejaba de estar húmedo conforme avanzaba la mañana. sucedió que, con cámara en mano, intentó detener el instante perfecto que huía... sucedió que tomó asiento justo a la mitad de su prominente cabeza, lanzó un suspiro y espero a que...

... nuevo aire le entrara al cuerpo