mico-razón y la|doble|yo

uno se puede comer un helado por arriba o por abajo. y un elote, y un plátano. uno se puede comer casi todo por cualquiera de sus dos lados. las cosas así son, tienen dos lados o tres o cuatro. y uno puede iniciar por cualquiera de ellos. y después terminar por cualquiera de ellos. hay cosas que sólo tienen un lado y es ahi donde no hay elección, como los volantes en los autos, el sexo con animales y las comidas tailandesas que incluyen en el menú inconcebibles especies domésticas. ahí sí que es ineludible tomarles de frente. pero las otras cosas, las que tienen varios lados son peores aun, porque cuando uno se las topa nunca sabe por donde comenzar, siempre se tiene la sensacion de que se pudo haber iniciado por el lado opuesto. por eso, a mi me gustan las cosas con un solo lado. me gusta que te obligan a tomarlas como se debe. sin posibilidad alguna de que disperses tu atención y culpes a las circunstancias de tus actos. si hay un error no hay forma alguna de hacer creer que no fue tuyo. los errores simpre son tuyos y hay que pagar por ellos. a veces tu mismo eliges el precio.

cuando un error está hecho entiendes que no es algo que se pueda barrer debajo de una pesada alfombra. comprendes que no se trata de enmendar sino de pagar. el precio justo. uno siempre conoce el precio justo de sus actos. y cuando estos actos son muy severos o arriesgados uno es capaz de sentir el peso anticipado por el precio a pagar.

(continuará)

vaya vaya, sigue sucediendo sin mi.

tal vez sí sean los recuerdos ( me digo) la única parte de la realidad que se puede meter en un lindo frasco multicolor. otro morning data (recuerdo de mañana que llega de mañana). una boca de pescadito. (recuerdo como me encantaba que me pidiera besos haciendo boca de pescadito). y yo cedía. era sencillo ceder ante la boca de pescadito. labios carnosos y apretados. linda boca de pescadito. y después, sin saber como, ya era su piel, cabello, nariz, sus manos, todo lo tocaba yo. sin gestionarlo. era sencillo recibir esos regalos de mañana de playa.

se me revuelve el corazón casi al mismo tiempo que los intestinos. un extraño olor a putrefacto sale de mi. cualquiera se pensaría que teniendo una vida activa 18 horas al día se es capaz de alcanzar a cubrir todas las actividades designadas. habrá quienes entiendan esta falta de decencia de priorizar entre comer, dormir o ir al baño. ahora es cuando entiendo: no se puede tener todo en esta vida... y lo que se puede tener, se va demasiado pronto.

he pensado que me gusta que me extrañen. de alguna manera, resulta ser el cobro justo por extrañarles.