domingo, octubre 31, 2004

ser fatalista... o morir en el intento

intento 38 de ser feliz. nada. seguido de nada. precedido de nada.

no se puede decir que sea silencio, ni oscuridad, ni ausencia, ni carencia, ni siquiera es falta de... simplemente: no es. sin prejuicio. no es que no haya es que hay y no se puede encontrar... a ver si lo explico: hay, hay de todo... pero sin cadencia, sin ritmo alguno, sin estética, sin poder decir: que bonito es lo bonito!

es nomás que ahí está pero no gusta. otra vez café negro de mal sabor. otra vez mañana de despertar a fuerza del sol que entra por la ventana, otra vez uno que pide el desayuno, los trastes sucios por lavar, las camas por tender. sentirse esa clásica imagen de película de los años cuarenta de pobre pero con más luz y a colores, con piercing en la ceja y peinado punk.

es ese momento de descubrir que la vida es una, simple y recíproca, que va de una dimensión a otra en repercusión continúa y el momento fatídico de la validación en la realidad colectiva... porque en el absurdo de la realidad propia (la mía, porque así lo quiero) se vive vida de trapecista o caminando por la cuerda floja mientras se guarda la sonrisa, la mirada es ajena al vacìo y los pasos son dados con elegancia y cadencia. se hace todo perfectamente bien, sin error alguno, cada palabra emitida es un vocablo correctamente intencionado, cada oraciòn es perfecta, cada historia relatada consigue atrapar, desarrollarse y tener un final si no feliz al menos adecuado...

vaya, que el fatalismo no tiene cabida. que se muere en el intento. que es posible la irrealidad, la fantasía. que hasta se puede ser feliz dia a dia.

martes, octubre 26, 2004

zzzzz

alguna vez la mosca se paró a la orilla de una gran cubeta azul. sintió el vértigo del agua que se menea y pudo sentir sus grandes ojos llenándose del azul marino plástico. si hubiese podido meditar se habría embelesado pensando en la evaporación. sólo pudo rascarse con las patitas por encima de los cuadriculados ojos. zzzzz. agitó las pequeñas alas y como por arte de magia consiguió la suspensión en el aire.

en la cubeta el rastro de gotitas negras fecales de la mosca. el agua agitada por el viento, la temperatura que aumenta bajo el sol.

martes, octubre 05, 2004

a veces uno hace promesas profundas, verdaderamente profundas. eso es porque uno cree que siempre (siempre) se pueden mantener las cosas en un mismo sitio. al efectuarlas parece que se ignorara por completo esa condición relativa y pasajera de las cosas, el perjuicio del tiempo y la benevolencia del olvido.

a veces me pregunto si la misma caligrafía no es una promesa, quiero decir, para los beneficiados-condenados a leerla, para aquellos que se permiten ser tocados con ideas escritas, para los que creen que las palabras sólo pueden ser verdaderas.

palabra llama palabra. ya lo he dicho. una palabra hace las veces de un punto en una línea. un principio y la consecuente sucesión, sin importar de dónde éstos provengan. el universo es así: una meticulosa composición gramatical perfecta aparentemente incoherente y sumo extensa pero que termina por contener en sí misma toda (toda) la información existente.

p a l a b r a s.

al existir se juega un cadáver exquisito ambiguo e interminable. un concurso inédito no para saber quién escribe más palabras, sino para escribir sin cesar, sin releer, bueno... ceder un poco a veces por nostalgia, a veces por un no sé qué. la dinámica es ésa: unos que escriben sin saber la frase que los antecede, reconstruyendo la forma, cambiando, deformando la idea: yo escribo mi presente próximo sin saber cómo afecto al texto universal.

me gusta escribir promesas profundas, me gusta que me las escriban, me gusta leerlas aunque sean las mismas letras en un afan de hacerlas verdaderas. soy repetitiva. me gustan los cuentos de hadas, me gusta leerlos... pero no me gusta vivir en ellos... no soy un hada... por alguna razón, que desconozco, nunca he querido serlo. siempre me gustaron los personajes inventados pero siempre supe que eran falsos, soy esta, la que escribe, la que lee, la que piensa... a veces pienso demasiado... creo en las palabras... por dios santo! que si creo en ellas (ahora mismo, ellas me confunden y me hacen parecer una verdadera católica siendo que no lo soy del todo... pero algo hay de cierto... ) las palabras no mienten. quien las sepa usar nunca miente... pero no todos saben. no todos saben.

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