jueves, enero 22, 2004

este ha sido uno de esos dias en los que al sonar el despertador he abierto los ojos sintiendo sueño. me he permitido dormir diez. quince. cinco. minutos. todos en metódicas dosis de complacencia. iluso afán, éste, el mío, de esperar que diez. quince. cinco. minutos. me den las horas que perdí por la noche en medio de la luz azul de la computadora.

éste ha sido uno de esos días en los que no se puede hacer otra cosa que bañarse con agua fría. salir a la calle. caminar (un pie tras otro por favor). desayuno callejero. llegar a la cuasichamba. perder la mañana hábil revisando lo que algunos otros hayan hecho. vaya, que no se puede hacer otra cosa que andar por el mundo observando. ¡que viva el dios elesediano que nos dió ojos!

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