jueves, junio 23, 2005

Mis demonios se divierten conmigo. Lo sé porque en medio de la noche consiguen despertarme con sus juegos. Ellos juegan a mí. Suelen esperar a que mi cuerpo esté tendido y relajado para iniciar la batalla. Sólo es cuestión de aletear por encima de mi cama, de empujarme del sueño a la realidad y después dejarme caer en el vacío. Algunas veces sólo necesitan revolotear cerca de mi rostro con sus negruzcas alas olorosas a aceite quemado para sofocarme. Otras, necesitan gritar fuerte a mi oído, reír a carcajadas y atormentarme con descripciones meticulosas de escenas horripilantes imposibles de olvidar al despertar. Esos días, siento que al dar la vuelta a la esquina me topare de frente con la pesadilla y a veces no soy capaz de salir de casa, cierro las ventanas, meto el cuerpo a la cama y me quedo entre las cobijas incapaz de conciliar el sueño.

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